
Ambas obras
de arte adquieren su plena validez funcional juntas; formando así,
realmente, una sola realidad teológica y
estética. La Urna, pese a su valor artístico, no es un freno para
acceder a su interior y contemplar la imagen del Cristo Yacente. Tras los cristales vemos un rostro con una poderosa
fuerza expresiva, que ocasiona un gran impacto emocional en el que le observa. La funcionalidad pedagógica es evidente: se consigue
que el espectador reflexione sobre la muerte y la vida, sobre la
Pasión de Cristo.

La visión lógica de esta
imagen, en el interior de la Urna, es la lateral, pues
así la mirada
del Yacente se detiene en la del espectador.
Texto sacado de la
Publicación:
"La Cofradía del
Santo Entierro de Ferrol (1951-2001)"