El nacimiento de la
Cofradía del Santo Entierro tiene su origen o si se quiere, más
exactamente, sus "prolegómenos" en el Consejo Parroquial de San
Julián. Por entonces en el Ferrol de mediados del siglo pasado,
fruto de las circunstancias sociales y políticas del momento, se
vivía una época de resurgimiento y auge de los desfiles
procesionales; si bien unos eran de nueva creación otros, y entre
ellos el propio Santo Entierro, respondían a una tradición
histórica cuyas raíces han de buscarse en la antigua villa
marinera que fuera Ferrol, antes de la creación de la ciudad y su
designación como capital y sede del Departamento Marítimo del
Cantábrico; pero el Santo Entierro revestía, junto con la
procesión de "Os Caladiños", la peculiaridad de que nunca había
dejado de tener una continuidad en el tiempo, si bien esta última,
con la construcción del nuevo templo parroquial de San Julián y su
traslado al barrio de la Magdalena, había sufrido importantes
transformaciones hasta el punto de que la imagen de la Virgen
María había dejado de ser la de La Soledad para acabar siendo,
como lo es en la actualidad, la Virgen de los Dolores.

La Procesión del Santo
Entierro se realizaba una vez finalizada la Solemne Función del
Desenclavo y la Santa Urna, en la que se depositaba la imagen del
Santísimo Cristo Yacente, era portada a hombros por el clero de la
ciudad; esto había dejado de suceder, hasta no hacía muchos años,
en que la urna era llevada por marineros de reemplazo. Surge así,
en el Consejo Parroquial de San Julián a finales de 1949, la idea
de crear una hermandad penitencial, heredera de otras que habían
existido, cuyo cometido sea el de portar por las calles de la
ciudad, en la tarde del Viernes Santo, la Santa Urna procesional
del Santo Entierro y es el, entonces, Presidente del Consejo
Parroquial , D. Indalecio Núñez Quixano , que
recogiendo esta propuesta, la traslada a quienes, por esa época,
en la Capilla de Dolores, bajo la guía de D. Demetrio
Casares Fontenla , estaban siendo los auténticos
animadores e impulsores del auge de los desfiles procesionales en
Ferrol y entre los cuales estaba D. Juan Ignacio Núñez
Iglesias , hijo del mencionado presidente del Consejo y
Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno, quien será el
verdadero artífice y hacedor de la Cofradía, y quien haga la
propuesta de creación de la nueva Hermandad a la Junta de
Cofradías con sede en la Capilla de los Dolores, siendo aprobada
su creación en reunión del 10 de octubre del año 1950.
Ante la
imposibilidad de crear una nueva hermandad en tan pocos meses, en
los días previos a la Semana Santa de 1950, el entonces Párroco,
D. Rogelio López Méndez , pues la preparación y
organización del cortejo procesional, hasta la institución de la
Cofradía del Santo Entierro, era potestad de los responsables
parroquiales de San Julián, solicita por escrito a D.
Demetrio Casares Fontenla , Prioste de la Cofradía del
Santísimo Cristo de la Misericordia para que ese año esta
Hermandad organice la Procesión en la calle; y será este último
quien de forma efectiva recoja el testigo y, con su excepcional
dedicación y decidido apoyo, sea el verdadero artífice de que, en
el año 1951, la Cofradía con el nombre de " Cofradía de
Caballeros Portadores del Santo Entierro ", se convierta
en una feliz realidad.
La Cofradía surge,
pues, como continuadora de la tradición de portar a hombros la
Santa Urna procesional de la ciudad, donde es llevado el cuerpo
del Redentor, de ahí que en su primera denominación se haga
referencia explícita a la condición de sus cofrades como "
portadores ". Aunque se ha de reseñar que también se
consideró la posibilidad de que la Santa Urna siguiese siendo
llevada por marineros de reemplazo, en esta época se sucedía una
estrecha colaboración de la Armada y el Ejército con los desfiles
procesionales que se están organizando por las nuevas hermandades
penitenciales, los tronos en que son llevadas las sagradas
imágenes son portados por jóvenes que están cumpliendo el Servicio
Militar en la cuidad; con este propósito se diseñó un hábito
penitencial cuya principal característica, respecto al actual,
estaba en que incluía capirote o capuz alto; pero, por sugerencia
de los responsables parroquiales de San Julián, se decide retomar
la primitiva idea de que el Santísimo Cristo Yacente sea portado
por los propios cofrades, lo que obligará a dos consideraciones,
la primera en modificar los banzos de la Urna, esta era llevada
por cuatro penitentes, pero ante el hecho de que los nuevos
cofrades superan en su mayoría la edad de cincuenta años, se
decide alargarlos para poder ser portada por ocho, la segunda
estriba en que el hábito penitencial no deba impedir la visión de
la imagen, por ello el nuevo diseño implica el uso de capuz bajo y
es de este modo como se llega al actual.
Finalmente se crea
el grupo de monaguillos del Santo Entierro, el cual estará formado
por hijos de cofrades de entre cinco y diez años, estos niños
serán los que, en un futuro y al cumplir la mayoría de edad,
ingresarán como cofrades de pleno derecho siempre que cumplan los
requisitos estatutarios; mientras no tuviesen la edad requerida
ingresarían en la Cabdal Cofradía de San Juan Evangelista, de la
que entonces era Hermano Mayor D. José María López Ramón
, y que en la actualidad forma parte, como Tercio, de las
Cofradías de Dolores.

Y es así, como en la
Semana Santa de 1951, un Viernes Santo 23 de marzo, que la
Cofradía efectúa su primera salida en procesión; si bien no será
hasta diez días después en que esta no se constituya formalmente,
con este propósito serán convocados los futuros cofrades, contando
con la preceptiva aprobación eclesiástica, el domingo día 1 de
abril del año 1951 en la Iglesia Catedral de San Julián, a asistir
a la misa dominical de una de la tarde para, y una vez finalizada
esta, celebrar la primera reunión de la Cofradía en la que saldrá
elegida su primera Junta de Gobierno, integrada por un Hermano
Mayor, Secretario, Tesorero, Limosnero y Contador.
- PRIMEROS SIETE AÑOS -
Es en la Iglesia
Catedral de San Julián donde la Cofradía ha iniciado este camino
de cincuenta años, de la que D. Fernando González Criado
será elegido su primer Hermano Mayor, y lo hará
estrechamente vinculada a las Cofradías con sede canónica en la,
entonces, Capilla de Dolores pero pertenecientes a la
circunscripción territorial de la parroquial de San Julián; sus
salidas en procesión se limitan a aquella de la que es titular y a
la de "Os Caladiños", esta última motivada por el hecho de que la
imagen de la Santísima Virgen de los Dolores, una vez finalizado
el Santo Entierro, permanecía en el templo parroquial hasta que en
la noche del Viernes Santo iniciaba el camino de regreso hacia su
Capilla; la presencia de la Cofradía se justificaba por el hecho
de acompañar en su soledad a la Madre del Redentor, y por ello
ocupará en el cortejo procesional el lugar de ir inmediatamente
delante del trono de la Santísima Virgen; esta asistencia, pese a
que durante algunos años la Procesión de "Os Caladiños" no efectuó
su salida de San Julián, se mantendrá hasta la Semana Santa de
1998, posteriormente, la Cofradía, reunida en Asamblea General,
acordará que su salida en procesión se limite exclusivamente a la
del Santo Entierro, salvedad de aquellos actos que revistan una
significación importante y excepcional.
No sería justo
olvidar en esta época al Padre D. Rogelio López Méndez
, primer Capellán de la Cofradía, suyo es el mérito de
creer en la necesidad y animar la erección de una hermandad
penitencial cuyo cometido consista, en la tarde del Viernes Santo,
el ser la continuadora de la antigua tradición de portar por las
calles de la ciudad la sagrada imagen del cuerpo yacente de
Nuestro Redentor.
En esta década de
los años cincuenta estamos en un tiempo donde la sociedad
ferrolana está entregada, en su gran mayoría, a la organización y
preparación de desfiles procesionales; desde 1945 en que se crea
la primera de las nuevas hermandades penitenciales "
Cofradía de Caballeros del Santísimo Cristo de la Misericordia
", año tras año, irán surgiendo otras nuevas, este
período de mayor intensidad pronto iniciará su declinar, las
causas son varias, desde socio-políticas hasta eclesiales, lo que
supondrá que, a finales de la década de los sesenta, muchas de
ellas desaparezcan y que otras existan sólo nominalmente, sin
estructura interna real y únicamente como parte integrantes de los
desfiles procesionales que se continúan organizando por la
cofradía anteriormente mencionada; pero una de esas causas va a
ser la generacional y esta es la que tendrá una mayor repercusión
en la Cofradía del Santo Entierro, las dificultades se sucederán
mucho más temprano que en otras hermandades, en esta época aún
surgirán otras nuevas como son las pertenecientes a la Venerable
Orden Tercera Franciscana. Las causas están en que, al crearse la
Cofradía, sus cofrades tenían una media de edad que sobrepasaba
ampliamente los cincuenta años, a que estatutariamente su número
fuese limitado y el acceso restringido; sobre este punto, para
poder ser cofrade del Santo Entierro era requisito poseer estudios
superiores, hoy esta premisa nos puede parecer muy poco acorde con
la doctrina cristiana, pero debemos hacer un esfuerzo de
trasladarnos a la mentalidad del momento para entender que lo
único que se pretendía de la Cofradía, dicho esto con todas las
puntualizaciones y correcciones necesarias, es que esta revistiese
la mayor "seriedad y formalidad" posible; la Procesión del Santo
Entierro era entendida como el acto más solemne de toda la Semana
Santa y, desde siempre, dado su carácter de procesión "oficial y
general" había sido tradición la asistencia de todo el clero de la
ciudad, la Corporación Municipal bajo mazas y las distintas
autoridades militares ataviadas con uniforme de gala; era
costumbre en el Ferrol de entonces que desde el Jueves Santo, en
que se instalaba la Santa Urna procesional con la imagen del
Santísimo Cristo Yacente, varios retenes de soldados y marineros
de reemplazo le diesen guardia y custodia de honor hasta su salida
en procesión, permaneciendo el templo parroquial abierto toda la
noche.

En este contexto, la
situación en 1957 se caracteriza porque la asistencia de cofrades
del Santo Entierro, portando la Santa Urna, comenzaba a ser cada
vez menor y así, una vez finalizada la Semana Santa de ese año,
llega el lógico aunque temprano relevo generacional; D.
Juan Ignacio Díaz Yáñez sucederá como Hermano Mayor a
D. Fernando González Criado , y se inicia un
período de treinta años en la que se verán profundos cambios y
transformaciones tanto en la vida de la Iglesia, fruto del
concilio Vaticano II, como sociales, que en gran medida afectarán
a la Cofradía y a su propia vida interna.
Texto sacado de la Página de la
Cofradía del Santo Entierro
(Coordinadora de las Cofradías de la Semana Santa Ferrolana)